Una vez dentro, los voluntarios ya nos habían preparado como aperitivo una simpática información sobre la historia del parque y los sitios a visitar. Fue una sorpresa y es que estos voluntarios hospitalarios, son la reoca; o sea, majos de verdad. Como curiosidad os contamos que éramos un grupo intercultural, sí; porque lo mismo escuchábamos a una filipina (Hermana) hablar en inglés con una usuaria, como a una voluntaria madrileña hablar en chino con una Hermana china; o los comentarios de un usuario que domina cuatro idiomas. Un grupo interesante ¿eh? Por lo demás, entre paseos por los muchos senderos que cruzan el parque en todas direcciones y contemplando la belleza de sus jardines multicolores, de sus lagos y rincones, se nos hizo corta la mañana y, ¡hala! a reponer fuerzas, que ya sentíamos cosquillas en el estómago.
Anduvimos un rato en busca del “Juan Carlos I” pero nos quedamos a medio camino en una especie de plaza acogedora bajo los árboles que, ni pintada para nosotros. Comida tranquila, descanso y otra vez en marcha. De nuevo caminata buscando una cafetería pero, al fin, Eh, ahí está. Juntamos unas mesas y nos sentamos en la terraza ¡Qué alegría! buen café, buen refresco, buen, lo que fuera. Cada cual pagó lo suyo porque eso de hacer un “sin-pa” no va con nosotros. Pues no faltaba más.
Nos despedimos. Unos buenos abrazos y ¡Adióooos! hasta la próxima salida de senderismo.
HEMACU